domingo, 4 de julio de 2010

Nuestro viaje...

Hace algún tiempo atrás, leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Una lectura muy interesante cuando es bien interpretada. La vida es un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques salpicados de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques y profundas tristezas en otros.


Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con personas que creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje; nuestros padres. Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajaran en alguna ocasión dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y de su compañía irremplazable. No obstante, eso no impide que se suban otras personas que serán muy importantes para nosotros. Llegan amigos y esos maravillosos amores. De las personas que toman este tren, habrá también los que lo hagan como un simple paseo. Otros que encontraran solamente tristeza en el viaje…

Y habrá otros que, circulando por el tren estarán siempre listos a ayudar a quien los necesite. Muchos, al bajar dejaran una añoranza permanente… Otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon el asiento. Es curioso constatar que algunos pasajeros, que nos son más queridos, se acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto se nos obliga a hacer el trayecto lejos de ellos. Desde luego, no se nos impide recorrer de vez en cuando nuestro vagón y llegar a ellos…

No importa, el viaje se hace de este modo; lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas, pero jamás regresos.

Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor de ellos. Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos… Ya que nosotros también muchas veces titubearemos y habrá alguien que nos corresponda. El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en que estación bajaremos, mucho menos donde bajaran nuestros compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento del lado.

Me quedo pensando si cuando baje del tren sentiré nostalgia. Creo que si…

Separarme de algunos amigos que hice en el viaje será doloroso. Dejar que mi hijo siga solo, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegare a la estación principal y tendré la gran emoción de verlo llegar con su equipaje, que no tenía cuando embarcó. Lo que me hará feliz es pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso. Amigo mío, hagamos que nuestra estadía en este tren sea tranquila, que haya valido la pena, que sea valiosa.

Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos recuerdos para los que en el viaje permanezcan.

A ti, que eres parte de mi tren… te deseo un gran viaje…

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